La creencia y percepción que tengas frente a las conductas o las dificultades que tu hijo presenta, son claves para para lograr el éxito o el fracaso.

Por lo general pensamos y creemos   que:

1.-El niño o la niña no quieren y no se esfuerza por mantener la atención.

2.-Pensamos que el niño o la niña realiza lo contrario a la instrucción dada con el afán de llevarnos la contra o hacernos enojar.

3.- Creemos que los niños y niñas se niegan a intentar resolver conflictos, comparándolos con sus pares.

4.-Juzgamos prejuiciosamente diciendo “Seguro a ese niño o niña nadie le pone límites y en su casa debe hacer lo que quiere”

5.- Justificamos su conducta y falta de interés manifestando” No le interesa nada, por eso no termina lo que empieza.”

 

Como los ejemplos ya mencionados hay muchos, pero lo que nos importa es responder ¿Qué es Lo que sucede realmente? La respuesta la encontramos a continuación

Los estudios científicos han revelado que el cerebro del niño con TDAH presenta algunas dificultades en sus funciones, por ejemplo: entre ambos hemisferios del cerebro en la zona central se encuentran los ganglios basales, responsables en controlar los impulsos y la atención. Otro punto es que también se encuentra afectado, es el cuerpo calloso quien intercomunica ambos hemisferios (derecho e izquierdo) encargados del aprendizaje y el proceso de la información, es decir, optimiza el proceso cognitivo, otra área afectada es cíngulo anterior, encargado de iniciar y mantener respuestas apropiadas y resolución de conflictos. También está afectada la corteza pre-frontal, su trabajo es actuar como centro de comandos en las funciones cognitivas, es decir, atención y funciones ejecutivas, por ejemplo, memoria de trabajo, atención, orientación, autorregulación o control inhibitorio, flexibilidad, planificar, estimación temporal, razonamiento, etc.

Las funciones ejecutivas son las que nos permiten:

  • Comenzar y permanecer en una tarea.
  • Cambiar los objetivos y adaptarnos.
  • Controlar nuestros impulsos y adaptarnos.
  • Planificar, ejecutar y evaluar un plan.
  • Tomar decisiones.
  • Seguir instrucciones, entre otras.

En definitiva,  la razón científica de por qué tu hijo no realiza o cumple ciertas conductas, finalmente no es falta de voluntad, ni falta de autoridad, sino más bien es una condición que debes conocer para poder tratar.

Por lo tanto, todo lo que creíste de él/ella en algún momento y lo que hiciste para enseñarle o educarlo es de esperar que NO funcionara.

Ahora que ya sabes esto , te tengo una buena noticia  , la neurociencia con sus avances nos ha entregado un gran descubrimiento que nos permite un cambio de paradigma, la buena noticia es, que EL CEREBRO TIENE  NEUROPLASTICIDAD, esto quiere decir, que a lo largo de nuestra vida tenemos la posibilidad de ir generando nuevos aprendizaje, nuevas redes neurológicas, a más temprana edad mayores son los aprendizajes y menor el tiempo de respuesta al cambio,  a medida que avanza nuestra edad sigue esta plasticidad, pero más lenta, por lo que los procesos de cambios también, pero ¿Cómo beneficiamos a nuestros hijos con esta información?, ¿de qué sirve? Al estimular tempranamente los hemisferios, ejercitar el cerebro superior e inferior para lograr una mejor comunicación entre ellos, estimular la producción de neurotransmisores y educar sus emociones, permiten la sinapsis necesaria para que el niño o niña madure y conecte neurológicamente lo que el trastorno impidió que lograra. Cómo lo hacemos a través de las EXPERIENCIAS, estas nos permiten aprender, para ello necesita un cuidador dispuesto, receptivo y disponible para poner en práctica las distintas estrategias de abordaje basadas en la ciencia moderna que estimulan su cerebro.

Te dejo a continuación algunas sugerencias para comenzar:

  • Evita perder el control o reducir una conducta agresiva con más agresividad, partamos de la base que el niño aprende con nuestro ejemplo, si buscamos que sea menos explosivo es necesario responder pasivamente así evitaremos un descontrol a nivel familiar, esto es clave si queremos que aprenda a controlarse y responder adecuadamente a alguna situación similar.

Cuando el niño o niña este calmado y abierto a escuchar, puedes ayudarlo a reflexionar sobre lo sucedido y mostrarle alternativas para que este no vuelva a suceder, también es importante que lo invites a buscar una solución, por ejemplo, puedes hacerle una pregunta que diga algo así como: ¿Cómo te gustarían que pasaran las cosas la próxima vez que te suceda al parecido? Y si no te resulta ¿Qué podrías hacer?

  • Muestra alternativas cuando tenga que tomar decisiones dale dos a tres alternativas y plantéale una pregunta, por ejemplo: si se tiene que vestir y le das la opción de colocarse polera m/c, polerón o sweater, pregunta algo así como ¿Cuál crees que es la vestimenta más apropiada para el día de hoy?, este proceso de decisión hay que acompañarlo y guiarlo para que el estado reflexivo en su cerebro entre en práctica.

  • Has seguimiento y acompañamiento cuando le pidas que realice algo, primero indícaselo con contacto visual y pídele que te repita lo que le has indicado, si observas que en el camino se distrajo invítalo a que te repita lo que debía hacer para que continúe.

Estas sugerencias son solo un ejemplo del tipo de acompañamiento que la niña/o necesita, cada caso es particular y es necesario crear un plan de abordaje ajustado a las necesidades de cada familia, considerando siempre las características individuales del niño.